Hoy ha comenzado el otoño y paradójicamente en nuestra peculiar ciudad ha sido el día más caluroso de la última semana… microclima pamplonica. Con la llegada de la nueva estación nos vamos adentrando en el mundo de las rutinas y en el orden. En nuestro caso, los primeros días de colegio están marcadas por unas fiestas muy especiales, las patronales de Ansoáin.
Todos los que nos conocéis sabéis que estamos situados en la linde entre Pamplona y Ansoáin, por ello las fiestas de este último pueblo nos tocan de cerca. Desde Salsereta somos testigos de la colocación de las barracas y de la música. También padecemos durante un único fin de semana al año la dificultad de aparcamiento y la posible suciedad de nuestro «jardín».
Pese a todo esto disfrutamos de la fiesta. Lo hacemos porque nos gusta ver nuestro pueblo vecino lleno de gente, de las risas de los niños cada vez que ven el tíovivo, de la emoción al ver a gigantes y cabezudos, de los adolescentes paseando agarrados, de los jóvenes (y no tan jóvenes) que pasan las noches en vela, de las comidas populares y el olor a barbacoa… Junto con otros pueblos de alrededor, las de Ansoáin son las últimas fiestas del verano.
El fin de semana dormimos menos por la música de las barracas, pero, aunque sea algo tarde… ¡nos hemos puesto al día de las canciones del verano! Hay que verlo así, de forma positiva. Quizá no sean nuestras fiestas y somos de los que más sufrimos sus ruidosas noches, pero también los que disfrutamos de ver a nuestros niños llenos de ilusión al levantarse por la mañana y mirar por la ventana para ver cómo despiertan las barracas. Todo tiene dos puntos de vista y para nosotros se gana si se mira el vaso medio lleno.
Aunque sean las últimas fiestas del verano no son las últimas de la comarca. Aún queda este fin de semana San Fermín txiki y las fiestas de Villava entre otras, pero esas ya son en otoño. En estas ya no llevaremos sandalias y pantalones cortos, somos de Pamplona… ahora nos toca llevar paraguas y chaquetica debajo del brazo.