Y sin darnos cuenta ya se escapa un año más y ha llegado la Navidad para recordárnoslo, y con ella… ¡las vacaciones escolares! Estas palabras son las que más estamos escuchando estos días en el parque, las tiendas, el trabajo y en el patio del colegio al ir a recoger a los niños. Cierto es que hay a quienes la Navidad no les emociona por razones muy diversas y otros que, por el contrario, la esperan todo el año, lo que queda claro es que ni a unos ni otros les deja indiferente su llegada.

A mí es una época del año que me encanta, pero viene acompañada de unos sentimientos de tristeza por aquellos que ya no están. Concretamente estas serán las primeras Navidades sin la abuela Puri, que nos dejó con más de 90 primaveras. Pero sin duda a quien más echo en falta es a mi hermanico (o «el enano», como le llamaba yo), ¡¡¡aunque medía más de 1,80!!! Él ya hace unos años que no está entre nosotros, ¡pero es el ángel de la guarda de mis otros enanos! No puedo negar que aun teniéndolo presente todo el año, es en estas fechas cuando no sólo yo, sino también mis padres y el resto de la familia más le echamos en falta. Es algo que duele muy dentro pero que, sin embargo, me empuja a disfrutar con los que sí están y cómo no, con mi marido y los pequeños.

Pero bueno, que me desvío y no quiero ponerme tontorrona… Como os decía, estas fechas las disfruto mucho con la familia, los niños y mi marido, que siempre se guarda (o se deja de gastar…) varios días de vacaciones, y aprovechamos para hacer planes juntos. Pero a su vez estas fechas nos requieren mucho tiempo de preparativos, compras, cocina… -por cierto, este año haremos un roscón de reyes estupendo gracias a los consejos de Pan Baker y los talleres de rosco que ha impartido en Salsereta… ¡estamos ansiosos de que empieces con los de pan, Edorta!-.

Y claro, a todos estos planes y tareas que tenemos para las Navidades se unen los reencuentros con amigos y familiares que ahora viven fuera… Vamos, que los días de Navidades se nos quedan cortos para todo lo que querríamos hacer. Y sin duda, a los que más corto se les hace es a los más pequeños que gustosamente alargarían las vacaciones más allá del día 7 de enero, ¡y mira que hay días hasta entonces! En definitiva, que con todo lo que hay que hacer, los días de que disponemos, la conciliación de la familia con el trabajo, etc. siempre va bien poder echar mano de los abuelos. Pero a veces tampoco se puede abusar y ellos también tienen que hacer un montón de cosas. Por eso pensamos que este año… ahora que está Salsereta… podríamos organizar unos campamentos de Navidad para niños de entre 3 y 12 años, para que disfruten unos días realizando actividades diferentes a las habituales, como talleres de teatro, batucada, cocina… ¿Y cómo lo hacemos? Estuvimos barajando distintas alternativas, contactando con varias empresas, pero no era fácil encontrar lo que buscábamos hasta que dimos con Yami, una chica encantadora que desde el principio nos conquistó, y que quería conocer Salsereta para ver si le encajaba para organizar talleres infantiles. El caso es que le gustó mucho la sala por ser un espacio muy polivalente y versátil, así que nos pusimos manos a la obra. Ya está organizado nuestro primer campamento infantil, tendrá lugar las mañanas del 28 al 31 de diciembre y vendrá de la mano de ARTIS. Nosotros aprovecharemos esas mañanas para hacer todos esos recados pendientes mientras dejamos al peque conociendo a otros niños y pasándolo en grande con Yami, que tiene una mano especial con los pequeños. Si estáis interesados aún hay plazas libres, no lo dudéis y dejad que vuestro pequeño investigue distintas disciplinas a través del juego y sin dejar de divertirse.

En definitiva, se presentan unos días de cenas, reencuentros y debates, risas y algún que otro villancico en las largas sobremesas navideñas. Os deseo unas muy Felices Fiestas, que el Olentzero y los Reyes Magos os traigan muchos regalos y sobretodo, sobretodo que disfrutéis de vuestros amigos y seres queridos, que en definitiva es lo más importante. Nosotros así lo haremos sin olvidarnos de «el enano»… Íñigo, este año, igual que todos los anteriores, te pondremos una vela. Te queremos y echamos de menos, un beso.